Opinión Portada 

El comentario de hoy, martes 1 de octubre 2024

Primero de octubre, toma de posesión de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Muchos Jefes de Estado y de Gobierno de este mundo global fueron invitados a la toma de posesión. Pero sólo asiste, si acaso, menos del 10 por ciento. Nuestros vecinos y socios en el llamado TME-C, Estados Unidos y Canadá, sólo enviaron representantes.

El nuevo gobierno inicia con roces y desacuerdos con países con los que históricamente hemos mantenido relaciones. Me refiero a España. Desde fines del Siglo XIX, el XX y parte del XXI, México mantuvo a nivel mundial una política exterior activa, respetable y de altura. Juárez y Díaz, tuvieron en Matías Romero e Ignacio Mariscal, dos ejes claves en su relación con el exterior.

En el gobierno postrevolucionario, grandes diplomáticos como Emilio Rabasa, Genaro Estrada, Gilberto Bosques, Luis Padilla Nervo y Alfonso García Robles, pusieron en alto a nuestro país. Esa tradición, ese respeto, sin embargo, se convirtió en desprecio y burla durante el gobierno que termina.

El intervencionismo en asuntos internos de otros países como Bolivia, Perú y Ecuador, además de roces y constantes reclamos y acusaciones en contra de Estados Unidos, ha motivado grandes descalabros y hasta la expulsión de nuestros embajadores de los primeros países. Pero todo apunta a que seguiremos en las mismas.

Se ha querido justificar la ausencia del representante de España, porque el Rey Felipe VI no respondió a la exigencia de López Obrador, de ofrecer disculpas por los excesos de los españoles con nuestros pueblos originarios en la conquista. En mi opinión, dicha petición fue un despropósito, un absurdo.

Se dirá que son cosas dferentes. Pero no. Es como si España exigiera a Italia, arrepentirse del dominio del imperio romano y luego con los árabes, de los atropellos de los moros durante 4 siglos en Hispania. Como si la Galia -hoy Francia- o Germania -hoy Alemania- siguieran arrastrando los agravios que Julio César cometió contra pueblos tribales europeos, que bien relata en su obra “La Guerra de las Galias”.

O si Brasil exigiera disculpas a Portugal o el Congo a Francia y Bélgica, por el exterminio racial en ese país. El mundo antiguo no se concibe sin las guerras de conquista. Ésa es la parte oscura de la historia. Es una lástima que todo el legado anterior se eche a la alcantarilla.

En 1939, el presidente Cárdenas recibió con los brazos abiertos a más de 1 mil 600 españoles que huyeron de la Guerra Civil. Aquí llegaron grandes pensadores y filósofos como José Gaos, Adolfo Sánchez Vásquez, José de la Colina, Rafael Segovia, entre otros. El exilio español fundó instituciones como la Casa de España en México, hoy Colegio de México y el Fondo de Cultura Económica. Aportó mucho a la academia y al pensamiento crítico.

No tarda, pues, en que le exijamos a los Estados Unidos la devolución de Texas, Nuevo México, Arizona y la Alta California o disculpas por los agravios de la Guerra de 1847 o la invasión punitiva de los gringos a Veracruz en 1914. Ésa parece ser, lamentablemente, la política exterior que se perfila para el gobierno entrante. Una diplomacia de pacotilla, de rompe y rasga. (JPA)

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